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- Prueba de Admision - KNIGHTS - [Vittorio E.]

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“No era por nada del otro mundo estar encerrado en aquella habitación todo los días al no tener nada que hacer pero estaba allí, en su habitación, curioseando las diferentes substancias que tenía entre sus dedos, dentro de esos tubos de ensayo. El burbujear de algunas substancias bullendo (dentro de una par de contenedores llamados Matraz de reacción siendo calentados por una pequeña llama desde abajo) se escuchaba dentro de la habitación junto con los suaves suspiros de Lita (su Pikachu). El pequeño pokémon eléctrico estaba acurrucada encima de uno de los cojines de su cama mientras la Espurr jugueteaba con el pequeño Riolu en hacerle volar por toda la habitación con sus poderes psíquicos.

– Sí separo esto con lo otro no tendré…? –se preguntaba el rubio mientras echaba una gota amarillenta dentro de un tubo que contenía una substancia lilosa oscura. Vio como de repente esa misma substancia empezaba a aclararse ante el contacto de la otra y sonrió para sí. – Así que era eso… – susurró mientras dejaba los botes de ensayo y los dejaba en los huecos de la gradilla. Luego de eso echó atrás la silla y se encaminó en una de las estanterías que había a un lado y agarró un cuaderno de pasta negra. Abrió por la página en la que estaba señalada y volvió a su sitio, quitándose los guantes de látex a un lado y empezó a escribir sobre el papel, murmurando varias cosas para sí mismo.

 

De repente escuchó un pequeño chillido y algo romperse contra el suelo. Se giró enseguida, viendo como el pequeño Lucien (el Riolu) trataba de recoger las piezas rotas de cristal y Cesc (la Espurr) le ayudaba, nerviosos. Suspiró, escuchando un leve ronquido de parte de Lita y negó con la cabeza, bufando un poco. Se levantó de su sitio, ordenando a Cesc que recogiera los trozos de cristal con confusión y los tirara en la papelera. Agarró el reloj entre sus manos y vio sollozar leve al pequeño Riolu. – Hey, Lucien. Los soldados no lloran. Recuerda. – le dijo mientras acariciaba la pequeña cabecita del perrito y se levantaba y volvía a su sitio. Lucien enseguida se subió a su regazo, curioso de ver lo que hacía su entrenador.

 

Con manos expertas y mirando fijamente el objeto abrió el interior del reloj, revisando que estaba todo en orden y las manecillas funcionaran. – Mhhh, tranquilo… Se le acabó igual la batería. – dijo el rubio. – Aunque… Parece que el segundero no funciona bien… – dijo el rubio mientras agarraba unas pinzas y comenzaba su trabajo en repararlo. No pudo evitar recordar algo mientras hacía eso.

 

 

¿Por qué era tan difícil meter los engranajes en un reloj?

 

Eso era lo que me preguntaba cada vez que me ponía con un reloj, uno de los más simples, era grande y era se veía más claro qué engranajes meter pero… Siempre me ponía de los nervios cuando algo no encajaba.

 

– ¡No puedo! – exclamé mientras me rendía sobre la mesa y daba pequeñas murmuraciones de los malditos relojes.

 

– Oh, venga cariño, ¡sí ya lo tienes casi todo hecho! – dijo mi madre, una mujer de cabellos negros y de mirada amatista. Yo solo le miré con indignación, iba a decir algo pero mis palabras murieron al escuchar el sonido de la campanita de la puerta. Un cliente. Yo simplemente suspiré y vi a mi madre pasar al mostrador. – Tú inténtalo un poco más cariño. – dijo la joven madre sonriente mientras desaparecía tras el umbral de la puerta que separaba del pequeño estudio y de la tienda. Yo simplemente suspiré mientras escuchaba como mi madre hablaba con alguien… Parecía ser un hombre. Escuché de repente como mi madre subía por las escaleras que daban a otro estudio junto el trastero y yo simplemente volví con mi trabajo. Pero al cabo de unos segundos lo dejé a un lado, estresado. ¡Hasta un niño de 7 años podía estresarse!

 

Bajé del taburete en el que estaba sentado y salí del estudio. Mis ojos vieron a un señor alto al lado (puedo decir que imponía bastante hasta me dio cierto temor, al princpio) de una torre de reloj clásica del siglo XVIII en perfectas condiciones (hasta tenía su propio cuco incorporad)o. Con barba y gabardina. El ‘tic tac’ de los relojes se escuchaba por toda la tienda, recordaba perfectamente cuando invité a un amigo a estar un rato jugando por la tienda pero enseguida se cansó y decía que los “tic-tac” de los relojes le empezaban a molestar y dar miedo. Yo estaba acostumbrado a ellos así que para mí era muy normal. No sabía por cuanto estuve parado en pie allí, mirando curioso al hombre (era la primera vez que lo veía) que él mismo se percató de mi presencia.

 

– Hola, ¿eres hijo de Matthew? – yo simplemente parpadeé y le miré desconfiado.

 

– ¿Eres amigo de mi padre? – pregunté.

 

– Un conocido más bien. Te pareces a él, aunque tus ojos lo adquiriste de Claire. – e refería a mi madre. – ¿Estás trabajando? – preguntó con sonrisa amable pero sin dejar ese porte recto y correcto. Me daba una sensación … Que era un hombre de palabra.

 

– Estaba… Me he cansado. – bufé un poco mientras me sentaba en un taburete pequeño que había allí y veía al hombre examinar ahora unos relojes de cristal que había en una estantería.

 

– Supongo que sí, un niño de tu edad estaría jugando ahora con cualquier cosa. – comentó el hombre yo simplemente me encogí de hombros. – Pero dudo mucho que te aburras, ¿o sí?

 

– Simplemente me da dolores de cabeza señor…

 

El hombre simplemente se rió ante mi comentario. – ¿Cómo te llamas? – preguntó de forma suave mientras se acercaba dónde yo estaba. – Vittorio. – contesté. – ¿Y usted? – pregunté. – Arturo. – respondió. Yo alcé una de mis rubias cejas y le miré con más curiosidad. – ¿Cómo el de la mesa redonda? – pregunté de nuevo y él simplemente asintió dándome una sonrisa amistosa. Recordaba que con el corto tiempo que llevábamos hablando empezó a agradarme ese curioso hombre. Hasta recordaba lo que me había preguntado sobre que quería hacer en un futuro. Claramente contesté: “Proteger lo que amo. Como lo hace mi padre, por eso está ahora mismo lejos, luchando por lo que quiere.” En ese tiempo simplemente era un niño pequeño y ni lo había pensado con total claridad y puede que tampoco lo hubiera pensado bien como hasta ahora. Puede que simplemente fuera por seguir a mi padre o…

 

Luego de aquella conversación Arturo se fue del local y tuve el presentimiento de que no iba a ser la única que vez que lo viera.

 

Sobretodo al escuchar una últimas palabras de él: “Veremos lo que haces en un futuro próximo Vittorio.”

 

Yo no le di mucha importancia en aquella época.

 

 

Luego de eso pasó la muerte de mi madre, la muerte de mi padre y mi casi toda mi infancia pasar de casa de acogida a otra casa y así hasta que encontré a Edward y a Luna. Gracias a ellos pude centrarme realmente en algo que de verdad quiero y acabar mis estudios bastante pronto. Seguramente mi madre Claire nunca pensaría que me convertiría en un habilidoso químico ni que tuviera esa fascinación sobre los compuestos del veneno y saber los miles de antídotos y de nuevos venenos que no se hayan descubierto aún su cura hasta ahora. Y bueno, luego de eso me encaminé voluntariamente a entrar en el “Cuerpo Militar”. Tres años de servicio hasta que me mandaron de vuelta a mi país. Recuerdo muy bien que luego de eso Luna celebró una gran fiesta y Edward hizo un destrozo en la trastienda con uno de sus experimentos.

 

Luego de eso volví al trabajo en la base en el que estaba asignado y recibí una notificación de parte de uno de mis jefes sobre si quería trasladarme a otro sitio, pero primero tenía que reunirme con cierta persona para hablarlo. Yo estaba sorprendido y simplemente acepté la citación que me ofrecieron. La sorpresa que me llevó fue encontrarme de nuevo con ese hombre llamado Arturo. Claramente, me quedé un poco confuso sobre la petición pero notaba de nuevo esa mirada encima mío, como si me estuviera analizando o pensaba en algo. Yo simplemente me quedé callado y quieto, esperando un veredicto de parte suyo porqué, Arceus sabe como, parecía como si estuviera mirando algo dentro de mí y luego sonrió ligeramente.

 

– Sabes por lo qué estás aquí, ¿no Vittorio?

 

Yo simplemente parpadeé un poco y lo miré ligeramente desconfiado. Esta vez sabía que iba a hablar en serio y aunque lo había visto una vez en mi vida, y esta era la segunda vez obviamente, debía de querer algo de mí.

 

– ¿Te interesa saber lo qué somos los ‘Knights’? – preguntó y simplemente asentí, curioso por saber qué era lo que me propondría el hombre.

 

Ya había pasado tiempo de eso y nunca me hubiera imaginado estar trabajando para el gobierno de esta manera y, la verdad, no me quejaba. Sino que disfrutaba, disfrutaba mucho de prestar mi mano y ayudar a la gente que necesitaba de nuestra ayuda de forma realmente necesaria. Podría haber sido el destino o una fuerza superior externa pero allí estaba. Como era de esperarse luego de la larga y explicación de porqué había creado esa pequeña y secreta organización que era los “Knights” y proponerlo, simplemente acepté. Sabía que no era un estúpido juego de críos y que al entrar en ese circulo iba a quedar expuesto a cargos que requerían totalmente de tu vida. Ya era costumbre mío o un importante hecho de qué iba a morir en cualquier momento pero mi deseo de proteger y hacer justicia ante actos de mala fe me superaba.

 

– El tiempo es oro y con ella nos devora… – susurré más para mi mismo mientras recordaba haber acabado en este lugar y de cómo iba mi vida ahora mismo.”

Bueno, sé que es muy cutre mi narración y hay muchas faltas en ello x'DUu Pero hice lo que pude y aquí lo tenemos. Espero que esta actividad esté bien y si hay muchos cambios que deba hacer... Pues lo cambiaré ;mmm; Sinceramente estaba un poco perdida de como escribir esta actividad y no tenía ni idea de como hacer el dibujo así que, acabó siendo un escrito </3

Mención de que la persona Arturo es de la señorita Red-Sinistra 

Esta actividad escrita es para el grupo :iconarceus-academy:
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Sora-no-Ryu-JG13's avatar
Me encanto el escrito, me gusto la escena de la relojería, es preciosa :heart: